viernes, 25 de marzo de 2011


III
-       Mi borracho amigo, ¿crees que puedes con un par mas?. Todas las cosas que hay aquí son para ti, esta taguara y sus mujeres, las que están afueras y la amplitud de la noche que te acompaña, la delgadez del tiempo que te acompaña, eres todo y nada.
-       Pide la otra y no jodas con mierdas. ¿De que diablos hablas? Quiero otra y ya. –
-       Jaja – Manuel trae otra ronda. -
-       ¿De que mierdas hablas? Dame un cigarro.
-       De la noche y de ti. ¿Crees que es posible que toda esta gente a tu alrededor ni siquiera sepan que están vivos?. Solo trabajan para venir aquí una y otra vez y pensar que están escapando de sus mañanas y tardes esclavizantes. – Dime algo. ¿Te parece justo? -
-       Ah, ya entiendo, esto es una pea filosófica y no, no me parece justo -
-       Fíjate de la tipa que está en la barra, la que está parada al lado del tipo gordo que te saludó cuando llegó. – Deja de mirar como estúpido, sal de la pea y obsérvala
-        Aja y ¿ahora?, le veo el culo
-       No, tonto de ti. ¿Que puedes ver en su mirada? -
-       Mmm. ¿Mirada de puta?
-       Estúpido bastardo –  En un susurro. – ¿Hasta cuando perderé mi tiempo en esto. Esta mierda será eterna?
-       Cabrón que me hablas así, ¿que carajos quieres decir? -
-       Mírala, esta sola, le dice al tipo de chaqueta negra que debe irse, que su esposo la espera pero ella no se quiere ir y tampoco quedarse con él. Quiere irse con tu amigo de la franela con la mata de ganja, el quiere pero no sabe que ella si, de hecho ni se conocen pero esta que se va, mataría por una noche con el y te juro que le importaría un carajo su esposo y el peo si de verdad tuviera una noche que valiera la pena con una buena revolcada y un tipo que le guste de verdad o que por lo menos que pueda sentirse libre y salvaje. Escapar de la puta cotidianidad que la esta matando. Tuvo 2 hijos con el tipo que vive y ya pues, como una vaca a criar, malpolvo el marido, 10 años de casada y aun deseable. ¿Qué crees que pase ahora? -
-       ¿Que lo coja?
-       Pequeño humano tonto, si su deseo es igual o mayor al deseo de mata de ganja el encuentro será inevitable, no le importará el marido malpolvo ni hijos ni casa, ni un coño.  ESTA NOCHE VOLVERÁ A SER MUJER. -
-       Ahora si creo que me comí no uno, sino dos papeles. Esto es una tripa mía, me metí mucho  y ya, déjame controlar la nota
-       Estas borracho y no tanto como para no ver eso. SABES que puedes ver. Por eso vine cuando me llamaste. Soy igual que tu. SOY SIN PRINCIPIO Y SIN FIN, SOY LA AMPLITUD DEL ESPACIO Y LA DELGADEZ DEL TIEMPO, SOY TODO Y NADA PORQUE MI NOMBRE ES LA OSCURIDAD Y MI ESCENCIA ES LA PRIMIGENIA DE TODAS LAS POTENCIAS -.
El espacio de la mesa se hizo corto y atemporal, Erick no logró escuchar nada de lo que le decía el chico de 20 años al que le había dicho que le invitara las cervezas, sin embargo por un momento antes de borrarse de la borrachera extraña y pesada su subconsciente fijó cada una de las palabras en blanco y fuego. Luego en su inconsciencia  tampoco recordaría el juramento solemne sobre su propia vida y el orgullo del demonio al que había llamado esa tarde mientras se masturbaba al lado de las velas.
- Polvo al polvo y a la maldición nada - fue lo que entendí en su voz la noche que lo encontré deambulando solo frente al parque, estaba inusualmente borracho y vociferante, entre balbuceos decía que sería en la última noche de Julio, la de él y la mía, estaba tan borracho que no pude recogerlo del piso cuando se me soltó del hombro cuando lo llevaba a casa de Alicia. – Bueno hermano, amaneceremos aquí, duerme en paz – le dije y no contestó, aun me quedaban 2 tercios de la botella que me había traído de la caballeriza. Ahí nos reuníamos los fines de semana o cuando se podía entre semana, la verdad es que a ninguno nos importaba el día en el cual estaríamos allí con los altavoces a todo el volumen y los muebles rotos. La caballeriza le decían pero nunca entendí el porqué, creo que nunca tuvieron caballos en esa parte de la casa ni en ninguna otra parte. Era solo el nombre que le dábamos.
El ángel del destino me había llevado esa noche a la cocina mientras Edgar, Tomás, Orlando y Ana María estaban afuera en la noche abierta y llena de oráculos estelares. Entré al baño y salí al pasillo, de entrada no se vería de ninguna manera pero de salida si pude ver la botella escondida tras el tablón que evitaba la entrada del perro que vivía afuera, estaba entre el tablón, la esquina verde del mueble y el resquicio de la puerta. Como habían dicho que ya no quedaba nada de ron y supuse que esperaban que me fuera para destaparla la robé como debía ser, ella esperaba por mí y yo estaba allí para ella, amor escondido que se realizaba entre nosotros.
Cuando salí fui a la entrada del parque, era la única parte donde no me buscarían, me había venido con la última botella que quedaba, no creí en ningún momento que se quedarían en casa esperando que yo apareciera a devolverla. De cualquier manera cuando encontré a Erick pensaba en amanecer en el parque solo y borracho, ya no tenía dinero para el taxi y aun faltaban 4 horas para que el transporte comenzara a trabajar. No teníamos a donde ir esa noche, estábamos lejos de casa.
- Cabrón, roncas como león – Dije antes de perder los últimos recuerdos de la conversación y dormir hasta que las personas caminaban a sus trabajos y las cornetas de los carros y autobuses me despertaran.
            Desperté porque las hormigas me caminaban por los brazos, había dormido sobre un nido y me picaban – ¿conoces la picadura de una hormiga?, ¿si?, entonces imagina quince o veinte picadas, quizás más, tenía los brazos hinchados y el escozor era como fuego ardiente, el ácido ascórbico disolvía mi piel a niveles microscópicos, quería arrancarme la piel estando en el piso boca abajo. – No te muevas – oí decir, en el paroxismo de la irritación no logre reconocer la voz que me hablaba y que me hizo quedar inmóvil por un segundo, esperé que fuera la policía, el vigilante, el dueño del parque, el cura, que se yo pero lo único que sucedió fue el insólito baño de liquido que caía sobre mis brazos escoriados, era un chorro de orine de borracho, fétido y caliente.
            Erick había meado sobre mis manos.
            - Loco del coño, cabrón, ¿que mierda haces? –
            - Estas muy picado, el orine te corta el efecto del veneno de las hormigas y las                     avispas – Fue lo único que obtuve como respuesta aparte de la carcajada desconsiderada que soltaba el hijo de puta de mi amigo.
            El sol se apuraba en salir tiñendo en tonos de azul frío los colores del parque, las sombras se retiraban por las paredes que limitaban pintándolas de blanco sucio y graffitti, las botellas rotas se amontonaban junto a las latas brillando en tonos de multicolor. Erick caminó adelante, se detuvo en la esquina de la salida sin mirar hacia atrás hasta que me acerqué, me miró, rió un momento y salimos a la calle. La calle atormentaba con los sonidos que proferían las bestias con ruedas, su olor a polvo sucio era casi refrescante para los animales de ciudad que éramos, su sangre hirviente como solía decir Erick y era cierto, nosotros le dimos la vida a esa ciudad llena de zombies y robots. La ingrata ciudad que luego nos exilió y se quedó llena de amores separados, llena de nostalgias y contaminaciones. Se había condenado a si misma a morir de orden y maldiciones. Enferma de centros comerciales y edificios nuevos.

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